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El 20 de agosto, los guatemaltecos votaron decisivamente a favor de Bernardo Arévalo en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, dando paso al que probablemente será el presidente más progresista del país en décadas. En apenas dos meses, el Partido Movimiento Semilla de Arévalo condujo una campaña de bajo presupuesto impulsada, desde las redes sociales, que llevó a un candidato poco conocido a una victoria aplastante de 20 puntos.

Una protesta en la Ciudad de Guatemala contra el intento de la Fiscalía a vetar al candidato Bernardo Arévalo de participar en la segunda vuelta - 13 julio 2023 (Daniele Volpe/The New York Times)
Una protesta en la Ciudad de Guatemala contra el intento de la Fiscalía a vetar al candidato Bernardo Arévalo de participar en la segunda vuelta - 13 julio 2023 (Daniele Volpe/The New York Times)

Si bien no se han publicado aún las estadísticas demográficas detalladas de la votación por parte del Tribunal Supremo Electoral (TSE), está claro que la participación de los jóvenes, tanto en la campaña electoral como en las urnas, fue un componente crítico para el resultado a favor  del presidente electo Arévalo y del éxito legislativo de Semilla, que ganó 24 escaños en 2023, frente a sólo seis en 2019.

Ixel Wer, actual secretario nacional de juventud e interculturalidad de Semilla, atribuyó el éxito electoral de 2023 a la participación juvenil: “Los jóvenes fueron las primeras personas que creyeron en Semilla y tuvieron la esperanza de que podíamos gobernar.  Esa fe y esa esperanza que nos tuvieron…Gran parte de la victoria es gracias a que nos apoyaron infinitamente.”

Con los triunfos de Semilla, Guatemala se ha convertido repentinamente en un faro de esperanza democrática para el norte de Centroamérica. Independientemente de lo que suceda en los próximos meses y años, la movilización juvenil masiva que Semilla provocó, y que consistió en que muchos jóvenes participaran activamente en política por primera vez, es un logro para la democracia de Guatemala.

Juventud: un grupo demográfico rezagado

Las oportunidades para los jóvenes en Guatemala son generalmente escasas. El nivel de escolaridad entre las capas más jóvenes  es  de apenas nueve años en promedio,  en un contexto de recursos educativos escasos. Al tratarse de uno de los países más desiguales de la región, los sectores económicos y sociales de Guatemala ofrecen poco en términos de compromiso cívico y crecimiento. Pocos jóvenes ganan lo suficiente para vivir de forma independiente y sólo el 4,5 por ciento termina la universidad, mientras que la gran mayoría trabaja en la economía informal.

Según varias fuentes que hablaron con USIP, estas condiciones estaban en el centro del sentimiento de desesperación de las juventudes durante estas elecciones. Javier Toledo, director de proyectos de Jóvenes Contra la Violencia, una organización sin fines de lucro dirigida por jóvenes, enfatizó la frustración que sienten los jóvenes por la falta de oportunidades para independizarse: “Los jóvenes están cansados de este mismo sistema." Según María Luisa Méndez, directora ejecutiva de Paz Joven, estas condiciones han empeorado con el tiempo.

La germinación de un movimiento

El partido Semilla nació de las protestas de anticorrupción de 2015, que muchos señalan como los orígenes tanto del partido como de una generación inspirada. Las protestas estallaron tras la publicación de investigaciones de corrupción realizadas por la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) bajo el mandato de la Organización de las Naciones Unidas, que involucraron al entonces presidente Otto Pérez Molina y provocaron su eventual renuncia. Para muchos jóvenes, dijo Méndez, “fue un momento coyuntural”.

Sin embargo, a pesar de la caída del entonces Presidente Pérez Molina, los dos siguientes presidentes guatemaltecos no respondieron a los llamados de varios sectores de la ciudadanía a favor de medidas de anticorrupción y de instituciones más transparentes. Por tanto, si bien la historia del partido Semilla se remonta a 2015, el movimiento juvenil que más tarde ayudó a impulsarlo a la Presidencia en 2023 no se desarrolló de forma lineal.

En 2019, el entonces presidente Jimmy Morales causó polémica al expulsar a la CICIG del país, lo cual provocó que el organismo judicial perdiera el apoyo gubernamental, internacional y del sector privado. Como resultado, las organizaciones juveniles y los esfuerzos de organización anticorrupción se desestabilizaron y su principal mecanismo de organización y rendición de cuentas se disolvió.

Más tarde ese mismo año, varias organizaciones de sociedad civil se vieron nuevamente afectadas cuando la administración Trump suspendió el financiamiento a los programas de ayuda guatemaltecos, lo que dejó a muchas organizaciones juveniles emergentes sin recursos financieros.

Finalmente, si bien la pandemia afectó negativamente la organización juvenil, también fue una experiencia fundamental para una nueva generación.

"Son dos olas", explicó Wer. La movilización juvenil de 2015 representó la primera ola, mientras que la segunda impulsó a Semilla al triunfo electoral. Si bien las dos están conectadas, el período de  ocho años entre ellas dejó una brecha generacional que presenta diferencias importantes.

Durante las protestas de 2015, fueron principalmente los millenials quienes alcanzaban la mayoría de edad de participación cívica. Pero muchos de los voluntarios actuales de Semilla son de la Generación Z, quienes eran demasiado jóvenes para prestar atención a las protestas hace ocho años, dijo Sebastián Hernández, exsecretario nacional de juventud de Semilla y actual organizador del partido.

Más bien, tanto Wer como Hernández atribuyen la movilización política de la Generación Z a la pandemia, donde fueron testigos del fracaso de los sistemas de salud y educación del país y de la aparente incapacidad y falta de voluntad del gobierno para mejorarlos.

Una juventud menos desilusionada

Estas dos oleadas también parecen correlacionarse con diferentes formas de compromiso. Javier Toledo explicó que, si bien muchos millennials con inclinaciones políticas comenzaron a trabajar en organizaciones de la sociedad civil después de su decepción posterior a 2015, la nueva Generación Z ha mostrado más disposición a involucrarse directamente en la política; ya sea trabajando en partidos, eligiendo votar en lugar de abstenerse o incluso postulándose para cargos de elección popular.

María Luisa Méndez expresó que anteriormente los jóvenes expresaban su descontento al no involucrarse con el sistema, particularmente en las elecciones. Sin embargo, Méndez y Toledo dijeron que la generación actual de jóvenes, que en 2015 eran aún menores de edad y este año votaron por primera vez, han decidido arriesgarse por el sistema democrático. A diferencia de sus homólogos mayores, el rechazo de la Generación Z al actual status quo político “ha significado retomar esperanza a los procesos electorales”, dijo Méndez.

La generación de las redes sociales

Si bien aún no se ha publicado el desglose demográfico de los resultados electorales oficiales, Ixel Wer está convencido de que los jóvenes no sólo acudieron a las urnas como nunca antes, sino que también desempeñaron un papel clave en la difusión de Semilla en sus comunidades y hogares utilizando información de las redes sociales.

La campaña de bajo presupuesto de Semilla se basó mucho más en las redes sociales que sus competidores más consolidados y en favor del status quo. Estos oponentes, gracias a su financiamiento más abundante y a sus vínculos más estrechos con los medios nacionales, pudieron reservar espacios en la radio, pagar publicidad de televisión y costear vallas publicitarias.

En contraste, Semilla se apoyó en la Generación Z –quizás la generación más conectada digitalmente en la historia de Guatemala– como los autores intelectuales detrás de la estrategia de comunicación del partido y sus consumidores, partícipes y replicadores más fervientes.

Hernández asegura que la campaña de Semilla fue bien conocida por sus videos innovadores y memes divertidos y que muchos candidatos de su partido pudieron aumentar dramáticamente su número de seguidores gracias a videos que se volvieron virales en TikTok. Elena Motta, la congresista electa de 23 años que se convertirá en la diputada más joven en la historia de Guatemala, utilizó las redes sociales para impulsar su propia campaña, generando ideas creativas para involucrar a sus seguidores. Gracias a esto, dijo Motta, “la campaña se ha sentido más fresca, más genuina, más dinámica”.

Los jóvenes, incluso aquellos que eran menores de edad, fueron catalizadores de los esfuerzos para lograr el voto dentro de las comunidades. Hernández contó sobre cómo muchos adultos conocieron inicialmente a Semilla a través de sus hijas o hijos. Los jóvenes adoptaron una postura crítica y convencieron a sus padres para que hicieran lo mismo y no al revés. Después de notar esta tendencia en la primera vuelta, el partido la aprovechó de manera más explícita para la segunda vuelta, algo que Arévalo describió como “adoctrinamiento inverso”.

Si bien Semilla registró sólo 18,000 voluntarios oficiales, Wer relató numerosas iniciativas espontáneas y “no oficiales” dirigidas por jóvenes para apoyar su campaña. Cuando el partido Semilla no pudo hacer campaña oficialmente durante 10 días entre la primera y la segunda vuelta debido a una investigación abierta, jóvenes de todo el país leyeron sobre las posiciones del partido y crearon su propio contenido en redes sociales, organizaron encuentros e hicieron campañas informales en nombre de Semilla.

Los jóvenes en las zonas rurales caminaron largas distancias para hablar con sus vecinos y ayudar a responder preguntas sobre los candidatos, así como para aclarar la información contradictoria que muchos recibían en ese momento. “[Los jóvenes] se dieron cuenta de que no había manera de que los papás iban a revisar la información, ellos salieron e informaron a esa gente,” dijo Wer.

La capacidad de la Generación Z para navegar información contradictoria – y muchas veces falsa o engañosa – jugó un papel muy importante en las elecciones. Según Hernández, esta generación más joven “es más capaz de discernir [entre la información y la desinformación]. Como han estado más expuestos, pueden emitir sus propios juicios”.

En las últimas semanas de la campaña, mientras los dos candidatos de la segunda vuelta trataban de mantener la narrativa en curso o inclinarla a su favor, gran parte de la conversación pública se redujo a difundir desinformación o combatirla. Tanto la organización de Méndez como la de Toledo trabajan activamente para contrarrestar la difusión de desinformación a través de campañas y capacitaciones seleccionadas. Y están de acuerdo con Hernández: la Generación Z es mejor analizando críticamente y consumiendo contenido mediático de manera responsable.

Un tipo de participación diferente

Si bien es difícil no darse cuenta de la ola de entusiasmo entre los jóvenes guatemaltecos durante las últimas semanas, es importante señalar que la participación en la segunda vuelta fue cercana al promedio histórico: sólo dos puntos porcentuales más que en las elecciones de segunda vuelta anteriores. Además, según datos del TSE, solo alrededor del 50 por ciento de los jóvenes se registraron para votar, lo que significa que más de 1 millón de guatemaltecos de entre 18 y 25 años no se registraron antes de la fecha límite de marzo de 2023, en un momento en el que el ascenso de Semilla a la popularidad parecía improbable.

Si bien la movilización juvenil en torno a las elecciones en Guatemala podría no haber sido de proporciones gigantescas, el entusiasmo y la participación de los jóvenes es evidente. El partido Semilla incluye jóvenes en todos los niveles de su dirección del partido y Elena Motta habló de haber conocido a innumerables jóvenes que habían visitado la capital para los mítines de Semilla debido al mensaje y a los mensajeros juveniles del partido: “Es importante para ellos ver a otros jóvenes dentro del partido. Se inspiran”.

El éxito de Semilla con el apoyo de los jóvenes está inspirando a las próximas generaciones de guatemaltecos a participar más activamente en la democracia. La oportunidad para que los jóvenes sientan agencia y tengan voz en el futuro democrático de Guatemala ofrece la promesa de una ola de cambio en un país –y una región– que ha estado experimentando retrocesos democráticos y elecciones frecuentemente manipuladas.

Mientras esos mismos jóvenes se preparan para asumir cargos como funcionarios electos, se ofrece la promesa de un país más inclusivo y más pacífico. Como explicó Ixel Wer, citando un discurso del presidente electo Bernardo Arévalo, el movimiento ya no necesita basarse en líneas políticas: “Esta victoria no es sólo para los miembros jóvenes del partido, es para todos los jóvenes. La participación de los jóvenes debe ser promovida y apoyada en todo el país”.


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