Ante desilusión frente a la democracia ¿Pueden las históricas elecciones de Honduras traer el cambio?
La primera presidenta del país tiene la oportunidad de fortalecer el gobierno representativo, ofreciendo una renovación democrática.
Los hondureños hicieron historia el 28 de noviembre al elegir a la líder de izquierda Xiomara Castro como la primera presidenta en la historia del país. En un país plagado por inestabilidad política y polarización, los hondureños también demostraron cómo se debe transferir el poder presidencial en una democracia al recibir Castro gentilmente a su oponente conservador, quien luego emitió un comunicado pidiendo "reconciliación y unidad". El nuevo gobierno enfrenta enormes desafíos, que incluyen altas tasas de violencia criminal, corrupción endémica, inseguridad alimentaria crónica y migración irregular. Castro podría verse tentada a tomar atajos políticos y éticos para abordarlos. Pero el número récord de votantes el fin de semana pasado mostró un fuerte deseo de trabajar en los problemas del país en las urnas, no a través de la violencia o medios fuera de lo legal.
Mary Speck, experta del USIP, analiza los antecedentes de la presidenta electa Castro, las prioridades de su gobierno entrante y lo que significan las elecciones hondureñas para Centroamérica y Estados Unidos.
¿Quién es Xiomara Castro? ¿Qué tipo de cambio promete su gobierno para Honduras?
El Partido Libertad y Refundación de Xiomara Castro de Zelaya, o LIBRE, hizo campaña sobre una plataforma que prometía construir un "estado socialista y democrático". Castro, que se describe a sí misma como revolucionaria, ha dicho, no obstante, que su gobierno será inclusivo y se acercará a los grupos empresariales durante su campaña con promesas de fortalecer el estado de derecho, promover la inversión y evitar aumentos de impuestos.
También ha prometido abordar la corrupción y el crimen organizado, en contraste con el régimen plagado de escándalos del presidente Juan Orlando Hernández. La plataforma LIBRE incluye la creación de una nueva comisión internacional contra la impunidad y la corrupción bajo los auspicios de las Naciones Unidas.
El gobierno de Hernández y la Organización de Estados Americanos (OEA) crearon un mecanismo similar en 2016 para contener las protestas ciudadanas luego de informes sobre la malversación de aproximadamente $300 millones de dólares del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS). Pero el congreso hondureño se negó a renovar el mandato de la misión en 2020, alegando que violaba la soberanía del país.
Fiscales estadounidenses han vinculado a funcionarios del gobierno hondureño con el crimen organizado, incluyendo al presidente Hernández, quien apareció como co-conspirador (sin nombre, pero fácilmente identificado) en el juicio de su hermano por cargos de tráfico de drogas. (Tony Hernández ahora está cumpliendo cadena perpetua en Estados Unidos).
Castro llega a la presidencia con su propio historial. Es la esposa del expresidente Manuel Zelaya, quien fue derrocado por un golpe de Estado en 2009 luego de que su gobierno intentara convocar a un referéndum para reescribir la constitución desafiando al Congreso y la Corte Suprema de Honduras. La presidenta electa también ha convocado a una asamblea constituyente, aunque para hacerlo legalmente necesita la aprobación de dos tercios del Congreso.
Eso puede ser difícil. Aunque Castro ganó la presidencia, es posible que no pueda impulsar reformas radicales a través de un Congreso dividido. Cualquier intento de eludir a la legislatura reviviría las acusaciones de autoritarismo que llevaron a la caída de su esposo.
Honduras es una fuente importante de migración irregular a Estados Unidos. ¿Qué impulsa el éxodo y qué está haciendo la administración Biden para reducirlo?
Los encuentros de la patrulla fronteriza de EE.UU. con migrantes centroamericanos que viajan en familia aumentaron drásticamente durante el año fiscal 2021. En relación con su población, Honduras envía más migrantes a México y Estados Unidos que Guatemala o El Salvador. Muchos migrantes cruzan México en caravanas, principalmente a pie, porque son demasiado pobres para viajar con seguridad por cualquier otro medio.
La pobreza y la inseguridad son los principales impulsores de la migración. Honduras es el segundo país más pobre de Centroamérica (después de Nicaragua) con un ingreso per cápita de alrededor de $2,400 dólares. Aunque los asesinatos han disminuido en los últimos años, sigue siendo uno de los países más violentos del mundo con una tasa de homicidios de 38 por cada 100.000 personas.
La violencia es especialmente intensa en y alrededor de las dos ciudades más grandes del país, Tegucigalpa y San Pedro Sula, donde las pandillas luchan por el control de negocios lucrativos como la extorsión y la venta minorista de drogas. Las tasas de homicidio también son elevadas a lo largo de las rutas internacionales del tráfico de drogas. El país es un punto de transbordo de cocaína, que sale de América del Sur en barco y a menudo arriba en América Central antes de dirigirse por tierra a través de México.
Para empeorar las cosas, el país ha sufrido repetidos huracanes y sequías persistentes vinculadas al cambio climático. Esto ha aumentado la inseguridad alimentaria y la migración rural. Investigadores han descubierto que la escasez de lluvias en Honduras está asociada con detenciones de familias en la frontera sur de Estados Unidos. Los agricultores de subsistencia que ya no pueden vivir de la tierra a menudo se trasladan primero a las ciudades y luego huyen al extranjero para escapar de la violencia urbana.
Honduras está perdiendo su juventud, y no solo la de las familias extremadamente pobres. Una encuesta de junio de 2021 a estudiantes de secundaria encontró que más del 55 por ciento tenía la intención de emigrar después de terminar sus estudios. Los motores de la migración juvenil son múltiples: desde el deseo de encontrar mejores trabajos o reunirse con miembros de su familia hasta el miedo a la violencia, la discriminación y la inestabilidad política en su país.
La "Estrategia de las Causas Raíz" de la administración Biden proporcionaría a Honduras y al resto de Centroamérica $4 mil millones de dólares durante los próximos cuatro años para abordar la pobreza, la inseguridad y la corrupción que empuja la migración. Estados Unidos y el gobierno de Honduras se beneficiarían de una estrecha cooperación en una agenda que promueva la seguridad pública y el desarrollo humano. Pero le corresponde a la nueva presidenta y al Congreso de Honduras demostrar que pueden trabajar juntos de manera efectiva para que sus ciudadanos puedan buscar un futuro mejor en casa, no en el extranjero.
¿Qué significa la elección hondureña para Centroamérica y Estados Unidos?
A pesar de una campaña de elecciones generales marcada por la violencia, la votación, el recuento de votos y las celebraciones de la victoria se realizaron en gran medida sin conflictos. Más de dos tercios de los votantes hondureños acudieron a las urnas, la participación más alta desde 1997 y muy por encima de las cifras de participación en las aún disputadas elecciones generales de 2017, que la Organización de los Estados Americanos se negó a certificar, citando "marcadas irregularidades". A pesar de algunos fallos, las reformas electorales de 2019, incluida la creación de un nuevo Consejo Nacional Electoral, parecen haber establecido un proceso más creíble, aunque los votos para los representantes del Congreso y los funcionarios locales aún deben contarse.
La perspectiva de una transferencia pacífica del poder es bienvenida en una región donde el apoyo a las instituciones democráticas ha ido disminuyendo. Los hondureños están especialmente desilusionados. Según una encuesta de 2021 de países latinoamericanos, los hondureños eran los menos propensos a creer que la democracia es el mejor sistema de gobierno y los más propensos a apoyar un gobierno militar si las cosas se ponen difíciles.
Pero la alta participación del 28 de noviembre sugiere que los hondureños todavía tienen fe en la gobernabilidad democrática. Eso es bueno para Estados Unidos, que ahora puede trabajar con un socio potencialmente más fuerte para contrarrestar la violencia, la corrupción y las privaciones que están enviando oleadas de migrantes al extranjero.
Y los resultados en Honduras ofrecen esperanzas para los asediados funcionarios y activistas anticorrupción en el resto del norte de Centroamérica. Si la presidenta electa crea una comisión anticorrupción genuinamente independiente, Honduras podría ser un ejemplo para sus vecinos. Guatemala y El Salvador han expulsado a jueces y fiscales de alto rango mientras disuelven las comisiones anticorrupción apoyadas internacionalmente. También, ambos han tomado o amenazado con tomar medidas contra organizaciones no gubernamentales.
Doce años después del golpe que derrocó a su esposo, Xiomara Castro de Zelaya tiene la oportunidad de fortalecer el gobierno representativo, ofreciendo renovación democrática en una región más conocida por el retroceso democrático.