En Venezuela, la acción no violenta es clave para una transición democrática negociada

IDEAS PRINCIPALES

  • Está surgiendo una campaña no violenta para impugnar el fraude electoral de Maduro.
  • Para tener éxito, el movimiento debe utilizar el «poder del pueblo» para impulsar el cambio, y también negociar concesiones difíciles con Maduro y sus aliados.
  • Los aliados regionales pueden ser de ayuda, pero el destino de los venezolanos está, en gran medida, en sus propias manos.

IDEAS PRINCIPALES

  • Está surgiendo una campaña no violenta para impugnar el fraude electoral de Maduro.
  • Para tener éxito, el movimiento debe utilizar el «poder del pueblo» para impulsar el cambio, y también negociar concesiones difíciles con Maduro y sus aliados.
  • Los aliados regionales pueden ser de ayuda, pero el destino de los venezolanos está, en gran medida, en sus propias manos.

Read in English

El 28 de julio, Venezuela celebró una de las elecciones más importantes de su historia. La oposición política del país, liderada por María Corina Machado, superó la desilusión popular, las divisiones políticas y un sistema electoral amañado para obtener una aplastante victoria para su candidato de unidad, Edmundo González Urrutia. Según un grupo de la sociedad civil, los cálculos «extrapolados de los recibos oficiales del conteo de votos» de una muestra representativa de centros de votación locales otorgan a González el 66% de los votos. La oposición venezolana respondió al momento con una inspirada campaña prodemocracia.

Manifestantes antigubernamentales marchan el día después de las elecciones en Caracas, Venezuela, el lunes 29 de julio de 2024. (Adriana Loureiro Fernandez/The New York Times)
Manifestantes antigubernamentales marchan el día después de las elecciones en Caracas, Venezuela, el lunes 29 de julio de 2024. (Adriana Loureiro Fernandez/The New York Times)

Sin embargo, el presidente Nicolás Maduro se ha negado a aceptar la derrota. Por lo contrario, ordenó al Consejo Nacional Electoral que proclamara su victoria mientras bloqueaba un conteo de votos transparente, sumiendo a Venezuela en una crisis. Los llamamientos internacionales para que se publiquen las actas de escrutinio completas no han frenado la represión postelectoral de Maduro: hasta ahora han muerto 25 personas y más de 1,000 han sido detenidas arbitrariamente. Las fuerzas de seguridad han levantado puestos de control para erradicar a los activistas, han emitido miles de órdenes de arresto y han marcado los domicilios de presuntos disidentes. Muchos activistas, entre ellos Machado, permanecen escondidos.

No obstante, la oposición democrática de Venezuela no se ha rendido. Por el contrario, Machado y sus aliados están movilizando una campaña de acción no violenta para impugnar el fraude y reclamar la victoria democrática que tanto les ha costado conseguir. Machado ha prometido aguantar «hasta el final» y, de momento, ella y González no se han echado atrás.

Si el movimiento prodemocrático ha de conseguir una transición pacífica, tendrá que encontrar un delicado equilibrio entre el activismo no violento sostenido —que proporciona la influencia necesaria para el cambio— y unas negociaciones claras para asegurar a Maduro, a las élites del régimen y a los chavistas que sus intereses fundamentales sobrevivirán a un retorno a la democracia. Esta es una línea extremadamente difícil de manejar. Sin embargo, es evidente que el pueblo venezolano anhela el retorno a la democracia, y ese deseo puede ser motivación suficiente tanto para la movilización no violenta como para las concesiones negociadas necesarias para conseguirlo.

En defensa del voto

La resistencia no violenta al fraude electoral ha desencadenado famosas transiciones democráticas en el pasado, incluyendo casos destacados como los de Serbia y Ucrania. Estudios demuestran que estos movimientos reunían varias cualidades clave: eran grandes y estaban bien organizados; mantenían una estricta disciplina no violenta; y eran muy creativos con sus tácticas.

Es evidente que el pueblo venezolano anhela el retorno a la democracia, y ese deseo puede ser motivación suficiente tanto para la movilización no violenta como para las concesiones negociadas necesarias para conseguirlo.

El movimiento prodemocrático de Venezuela está siguiendo estos ejemplos. Los activistas se organizaron mucho antes del día de las elecciones, fomentando la participación y estableciendo cientos de comanditos (células de activistas) para monitorear la votación. Cuando Maduro intentó robar las elecciones, los activistas se movilizaron rápidamente en masa: decenas de miles de manifestantes llenaron Caracas, y surgieron otras protestas en todo el país, desde Portuguesa hasta Anzoátegui. El alcance de la movilización refleja la caída de la popularidad de Maduro en medio del colapso económico de Venezuela, así como el éxito de los activistas en rejuvenecer el optimismo de los venezolanos tras más de una década de lucha contra Maduro. Especialmente notables son las profundas pérdidas de Maduro en los bastiones tradicionales del chavismo, con la salida a las calles de los residentes de los barrios pobres de Caracas junto a venezolanos de otros estratos sociales.

Es importante destacar que la campaña prodemocracia ha seguido siendo en gran medida no violenta. Machado, la principal dirigente del movimiento, está comprometida con la resistencia pacífica, y su adopción de la simbología religiosa ha acentuado sus llamamientos a la noviolencia (en sus últimas apariciones, Machado porta el tradicional rosario católico). Aunque se han producido algunos enfrentamientos con la policía, no ha habido grandes disturbios, y Machado ha insistido en que el movimiento debe mantenerse pacífico.

La campaña prodemocracia también emplea un repertorio táctico diverso. Más allá de las protestas callejeras, los activistas han organizado círculos de oración con temas diarios («justicia y libertad», «soberanía para Venezuela», etc.); vigilias con velas; cacerolazos diarios; distribución de folletos prodemocracia; y exposiciones en memoria de los fallecidos en las protestas junto a copias de las actas de escrutinio. El movimiento también ha involucrado a líderes religiosos de diferentes credos, invitando a un pilar clave de la sociedad a formar parte de la coalición prodemocrática.

La armadura de Maduro

La transición a la democracia no será fácil. Maduro comanda un petroestado cleptocrático, respaldado por simpatizantes del régimen, así como por aliados internacionales como Cuba, China y Rusia. Maduro parece comprometido con la represión sin concesiones.

El problema más acuciante es el aparato de seguridad de Venezuela. Las campañas no violentas triunfan al conseguir la deserción de los pilares de apoyo del régimen. En los Estados represivos, el ejército es un pilar fundamental: el que las fuerzas armadas «deserten o defiendan» determina si las protestas se reprimen violentamente o se protegen de cualquier daño.

En Venezuela, las fuerzas militares son el aliado indispensable de Maduro. Maduro ha «blindado su régimen a prueba de golpes de estado» mediante la cooptación (integrando a los militares en la economía y enriqueciendo a los altos mandos) y el contrapeso (fortaleciendo a la Guardia Nacional, las unidades especiales de policía, las bandas armadas no estatales y las milicias populares como agentes leales de la represión). El régimen ha demostrado ser experto en neutralizar a los desertores. Estos actores también pueden temer ser procesados por abusos contra los derechos humanos bajo un gobierno democrático, lo que los ataría aún más a Maduro.

Generar divisiones internas dentro de este bloque militarizado es una prioridad para el movimiento prodemocrático: es necesario convencer a las élites del régimen de que el statu quo bajo Maduro es insostenible, y que un futuro democrático sin él no sería tan malo, después de todo. Esto requerirá una delicadeza excepcional, tanto con un activismo no violento sostenido como con negociaciones serias. La resistencia civil puede ayudar al movimiento prodemocrático a mantener y magnificar la presión popular en favor del cambio, mientras que las negociaciones con el régimen y el diálogo con los chavistas pueden aliviar las preocupaciones sobre una Venezuela gobernada por la oposición. La estrella polar del movimiento debe ser una transición sostenible hacia la paz y la democracia en Venezuela, una visión de futuro que respete la voluntad de la mayoría y que al mismo tiempo garantice que los chavistas tengan voz política.

Presión no violenta sostenida

En primer lugar, el movimiento prodemocrático intentará mantener la movilización, utilizando la histórica victoria de González como prueba de que el régimen de Maduro ya no refleja la voluntad popular y no puede perdurar. Una abrumadora mayoría de venezolanos se opone a Maduro: el activismo no violento sostenido envía una señal a Maduro y sus aliados de que la represión no puede resolver esta crisis de legitimidad subyacente, y que es necesaria una transición democrática.

La campaña prodemocrática debe demostrar que puede perdurar el tiempo que sea necesario.

Para lograrlo, la campaña prodemocrática debe demostrar que puede perdurar el tiempo que sea necesario. De lo contrario, Maduro podría resistir la presión, eliminando a los principales organizadores hasta que el movimiento se derrumbe. El activismo implica riesgos reales, y los venezolanos pueden tener miedo de participar en manifestaciones dada la violenta represión de Maduro. Machado se ha mostrado prudente y ha pedido una «pausa operativa» el 6 de agosto para elaborar estrategias y evitar el derramamiento de sangre. Desde entonces, ha convocado una manifestación mundial para el 17 de agosto, que será un importante indicador de la capacidad de resistencia del movimiento. Para que el movimiento perdure, los activistas tendrán que utilizar las protestas callejeras con sensatez junto con otras tácticas descentralizadas, que pueden ejercer presión a la vez que minimizan la exposición a la represión.

Una campaña no violenta sostenida también pondría al aparato represivo en una posición incómoda. A menudo, las fuerzas de seguridad vacilan a la hora de apuntar con sus armas a sus propios compatriotas pacíficos. Forzar a la cúpula militar a este dilema, en el que ponerse del lado de Maduro conlleva el riesgo de deserciones que fracturen al ejército, es una importante mina de influencia para el movimiento prodemocrático.

El 5 de agosto, Machado emitió un comunicado en la que exhortaba a militares y policías a ponerse del lado del pueblo. Los manifestantes han intentado confraternizar con los soldados, y existen muchos ejemplos de policías que se niegan a reprimir a los manifestantes. También tenemos conocimiento de primera mano de que algunos colectivos (bandas armadas no estatales que apoyan a Maduro) se han negado a utilizar medidas represivas. Una oleada de deserciones de bajo nivel como esta podría ayudar a las fuerzas prodemocráticas a soportar una campaña de resistencia sostenida.

Por encima de todo, es vital que el movimiento siga siendo no violento y democrático. La violencia solo serviría para justificar la represión de Maduro, y los anteriores intentos de destituir a Maduro por medios extrainstitucionales fracasaron. Esta vez, la oposición está utilizando las elecciones como punto central, enmarcando su campaña en torno a llamamientos a la transparencia electoral, es decir, a reforzar las instituciones democráticas, en lugar de eludirlas.

Negociación y concesiones

La acción no violenta genera el poder necesario para el cambio, pero no resuelve el problema subyacente: Maduro no puede ceder el poder sin exponerse a sí mismo y a sus aliados a riesgos intolerables de enjuiciamiento. Así, Maduro y sus aliados deben tener la seguridad de que tienen futuro en una Venezuela democrática. Esto puede implicar la inmunidad por delitos cometidos en el pasado, la continuidad del control sobre algunas instituciones de seguridad o alguna forma de transición gradual e inclusiva.

Maduro y sus aliados deben tener la seguridad de que tienen futuro en una Venezuela democrática.

Las transiciones negociadas, especialmente las que implican a militares muy politizados, son notablemente difíciles. Es difícil para la oposición prometer una amnistía creíble, ya que, una vez en el poder, un gobierno civil puede incumplirla fácilmente. Sin embargo, conceder al ancién regime demasiado control para evitarlo podría paralizar la transición. Las protestas pueden exacerbar esta tensión, ya que la movilización masiva en favor de la rendición de cuentas puede hacer que los opositores se sientan amenazados por la democracia.

Estos problemas son especialmente pronunciados en Venezuela. En el pasado, la oposición abrazó la presión de línea dura hacia Maduro y no acogió a antiguos chavistas en la coalición prodemocrática. La postura intransigente de Machado en el pasado le ha generado problemas de confianza y credibilidad, lo que puede explicar por qué los líderes militares rechazaron rápidamente su llamamiento a la deserción. Machado es una inspiradora líder del movimiento, pero su línea dura del pasado complica el diálogo con el régimen y sus seguidores.

No obstante, el movimiento prodemocrático debe encontrar la manera de negociar un camino a seguir. Esto incluye conversaciones privadas con líderes del ámbito de la seguridad para fomentar el fin de la represión. También incluye la apertura al diálogo con chavistas que podrían agotar el apoyo que le queda a Maduro. Además, incluye negociaciones con Maduro y las élites del régimen que les permitan abandonar el poder de forma segura. Estas concesiones pueden retrasar la justicia, pero en última instancia son necesarias para una transición democrática.

Los principales actores regionales, especialmente Brasil, Colombia y México, también están intentando dialogar con Maduro. Es posible que lleguen a desempeñar un importante papel mediador en futuras negociaciones. Sin embargo, hasta ahora no han logrado grandes avances, ya que tienen poca influencia: la disposición de Maduro a negociar depende mucho más de las presiones internas que de las externas. El papel de Estados Unidos es especialmente limitado, tanto porque las sanciones proporcionan poca influencia adicional como porque la intervención estadounidense puede desacreditar al movimiento prodemocrático más de lo que ayuda. Los tomadores de decisión estadounidenses están pasando a un segundo plano ante las potencias regionales y, lo que es más importante, ante los propios venezolanos.

Un camino hacia la democracia

El movimiento prodemocrático de Venezuela tiene muchas de las características de un activismo no violento de éxito. Sin embargo, le ha costado tender puentes con los partidarios del régimen en el pasado, y Maduro sigue siendo un oponente contundente. Para tener éxito, el movimiento debe emprender un nuevo camino, continuando la movilización pacífica e inclusiva para exigir el cambio sin cerrar las negociaciones con sus oponentes.

Mucho depende del liderazgo disciplinado de Machado para mantener al movimiento decidido, no violento e inclusivo. La coalición prodemocrática debe transmitir al pueblo venezolano la necesidad de hacer concesiones difíciles, y al mismo tiempo pedirle que se comprometan con una visión a largo plazo de la democracia que vaya más allá de cualquier elección. Machado parece comprender este reto y está adoptando una postura más inclusiva que en años anteriores. Queda por ver si este enfoque perdura.

En última instancia, Venezuela se encuentra en un importante punto de inflexión. La verdadera democracia está al alcance de la mano, y los venezolanos han cultivado una sociedad civil más robusta que nunca. Ahora bien, si el movimiento prodemocrático fracasa, la crisis venezolana seguirá generando efectos desestabilizadores en toda la región. Para todos aquellos que se preocupan por la paz en América Latina, el momento de la democracia en Venezuela es ahora.

Consuelo Amat es profesora adjunta de Ciencias Políticas en el Instituto SNF Agora de la Universidad Johns Hopkins.


PHOTO: Manifestantes antigubernamentales marchan el día después de las elecciones en Caracas, Venezuela, el lunes 29 de julio de 2024. (Adriana Loureiro Fernandez/The New York Times)

The views expressed in this publication are those of the author(s).

PUBLICATION TYPE: Analysis